Porto Alegre, Brasil.- La Final de la Copa Sudamericana estaba a tan sólo unos goles de distancia, tres para ser más preciso, parecía una labor alcanzable, difícil sí, pero alcanzable. Ante el Internacional de Porto Alegre se requería entrega, sacrificio, actitud y goles para dejar fuera a un equipo que en su casa suele ser sólido; sin embargo, al momento del juego en tierras gaúchas, hubo todo lo antes mencionado, menos los goles.
Chivas llegó al Beira-Río de Porto Alegre dispuesto a remontar una desventaja adquirida en la ida en el Jalisco, la cual obligaba al Rebaño a meter dos goles para forzar a los penales y a hacer tres para quedarse con el pase, pero también lo empleaba a no recibir ninguno, y fue ahí donde el pase se esfumó.
Porque aunque de inicio los dirigidos por Efraín Flores saltaron al campo dispuestos a convertir en las redes enemigas lo necesario, a fin de aspirar a lo más alto de la Sudamericana, los Colorados del Internacional jugaron con todo lo que tuvieron a su alcance y en el entorno, que incluyó la desesperación de Chivas por convertir de inmediato y también las casi 35 mil almas coreando el nombre de Inter hasta morir.
Fue quizá la primera ocasión que Chivas jugó un partido oficial sin un solo aficionado a su favor en el inmueble, por eso cuando Alberto Medina comenzaba con sus regates y avanzaba más allá de tres cuartos de cancha, en lugar de la gran ovación que el "Venado" suele arrancar de las gargantas, esta vez sólo escuchó abucheos.
A partir de ahí, un equipo engrandecido y ante su afición fue creciendo más y más hasta encontrar en una desatención de Chivas la ocasión idónea para irse al frente en el marcador y poner en predicamento los planes del Rebaño, pues en una pelota que condujo hasta el área Andrés D'Alessandro, en su afán por despojarlo de la esférica Juan Ocampo se barrió y cometió falta, por lo que el silbante avaló y el mismo D' Alessandro se encargó de convertir desde los once pasos.
Con la desventaja de un gol en el marcador, la hazaña aún parecía posible con tres tantos que igualaran el global, pero a los 36 minutos de juego, nuevamente el argentino D' Alessandro pidió la pelota en un tiro libre fuera del área, disparó con colocación y marcó el segundo que complicaba en demasía los planes de Chivas.
Pues aunque Guadalajara no renunció al ataque en ningún momento y generó oportunidades desde los botines de Marco Fabián y Ramón Morales, el oficio del defensa Guiñazú, la marca de Indio y la solvencia de Marcao, hicieron que todos los embates posibles de Chivas quedaran para mejor ocasión.
Ya que aún y cuando el "Venado" Medina tuvo una pelota a modo para enfilar hacia el área, cerca de los 42' de juego, el lateral Marcao lo despojó de la esférica y avanzó en búsqueda de sus compañeros, no sin antes recibir una barrida por la espalda del mismo Medina quien por su desconcentración tuvo que irse a las regaderas y dejar a su equipo en inferioridad numérica.
Un minuto más tarde, ya en los 43', D' Alessandro se acomodó la esférica para patear de pierna derecha en un tiro de esquina; su disparo tomó efecto y cerró hacia la portería para generar la reacción de Hugo Hernández, quien alcanzó a cortarle la trayectoria pero no lo suficiente para evitar que Nilmar conectara de cabeza y pusiera uno más en la cuenta de la casa.
Tras concluir el primer lapso de partido, lo que siguió fueron 45 minutos llenos de interrogantes, de pensar, más que en media decena de goles para igualar el global, en que se requería toda una hazaña, hecho que a los 71' de juego, nuevamente Nilmar se encargó de borrar por completo tras ganar una pelota en tres cuartos del campo, avanzar solo hacia Hugo Hernández y definir el cuarto de la noche que a la postre resultó definitivo.
Chivas se despidió de la Copa Sudamericana 2008 con un global de 6-0, pero sin dejar de luchar un sólo minuto dentro de la cancha, pues si bien es cierto que la contundencia falló en el momento preciso, Guadalajara se lleva a casa el aprendizaje de estar, por tercera ocasión, a tan solo un paso de la Final de un certamen sudamericano.