Hay un dicho muy conocido en el argot futbolero que versa, "los delanteros son de momentos".
Quizás de eso estuvo consciente el artillero tapatío Omar Bravo, quien ante la adversidad nunca dejó de trabajar duro para regresar a los goles que enamoró y cautivó en tiempos pasados a la Nación Chiva, y la noche de este martes, dentro del encuentro de Octavos de Final de la Copa Libertadores de América ante Vélez Sarsfield, el histórico goleador regresó por sus fueros y llevó de la mano a una espectacular victoria del Rebaño.
Desde que saltó al terreno de juego del Monumental Estadio Jalisco, el atacante rojiblanco llevaba en la mente y en el pecho marcado como tatuaje echarse a los hombros a un equipo de Chivas plagado de jóvenes promesas y soñar con la trascendencia en el torneo más importante de clubes del Continente Americano.
Desde los primeros minutos su rostro denotaba las enormes ganas de triunfo, quería de algún modo regresar con una buena actuación la confianza que de nueva cuenta José Luis Real deposito en él, su movilidad, su ubicación y experiencias desesperaron a una defensa argentina que no encontró en los noventa minutos la formula correcta para poder detenerlo, sin embargo, su aporte no fue sólo en la ofensiva, a la defensiva también colaboró con entrega y corazón, convirtiéndose en el primer obstáculo a librar para los de Vélez Sarsfield.
La recompensa no tardó en llegar, y ante un inmejorable panorama resurgió Omar Bravo, el goleador, la persona, el ya legendario delantero de Chivas, dio la primera alegría de la noche a los 25 minutos a la exigente afición del Guadalajara con un gol que llegó a cerrar prácticamente impulsado por el orgullo y el amor propio a pase raso de Omar Arellano. Con el 1-0 a favor de Chivas, la noche apenas comenzaba para el mochiteco.
En la parte complementaria, y cuando Chivas pasaba los momentos más difíciles del encuentro, de nueva cuenta Omar resolvió al 78’ con un espectacular cabezazo, especialidad de la casa, para el 2-0 y entregar tranquilad al redil que ya comenzaba a corear su nombre. Cuestión que impulsó aún más a un ya motivado delantero y en los minutos finales cuando todo parecía que terminaría, de nueva cuenta Omar Bravo ingresó sólo al área de Vélez para ser derribado y entregar el balón al capitán Héctor Reynoso quien a la postre firmaría el 3-0 final.
La entrega, la ganas de continuar aportando sus goles, fueron este martes de nueva cuentas razones suficientes para que Omar Bravo regrese a los corazones rojiblancos, a esos que nunca lo han olvidado y que ahora más que nunca, corean al unísono y copan con aplausos al ídolo de siempre, al Omar Bravo de siempre.