Mariel Sierra Hernández es una jovencita de 16 años quien como cualquier otra persona que gusta del futbol y obedeciendo a la promoción que la directiva del Rebaño puso para los aficionados, se fue “de gorra” al Jalisco a ver a las Chivas.
Mariel llegó con tiempo al estadio para encontrar un buen lugar y observar el partido de la Copa Sudamericana, acompañada de su cuñado y sus amigos, cruzaron la explanada del Jalisco para ingresar por la puerta que indicaban sus boletos, adquiridos también con antelación.
Pero al momento de dirigirse hacia la puerta que los conduciría a sus lugares designados, personal del Estadio Jalisco los interceptó y les invitó a unirse al grupo de baloneros que actuarían en la cancha durante el partido.
Quizá para Mariel la referencia inmediata que tuvo acerca de esos personajes que auxilian en un cotejo futbolístico para que el balón se ponga lo más pronto posible en movimiento fue que son exclusivos para los hombres, comunmente niños.
Pero ante la negativa de su cuñado y los amigos, la invitación se convirtió aún más directa, a lo que la niña en cuestión sólo escuchó por algunos momentos “que onda, ¿te animas?”.
Por obvias razones el sí no fue inmediato, la presencia de una jovencita en la grama del Jalisco como balonera era sin duda algo que nunca se había visto en el Coloso de la Calzada Independencia.
Hasta ese momento ella no lo sabía, pero tras descender por la escalinata arbitral y ascender nuevamente a la grama del Jalisco, Mariel Sierra se convirtió en la primer mujer “balonera” que ha visto el Estadio en 47 años de existencia.
Mariel cumplió el protocolo designado para “ellos”, escuchó atenta a Armando Archundia y siguió al pie de la letra las indicaciones y recomendaciones que el Cuarto Oficial les dijo.
Se fue a la banda poniente, justo antes de entrar al túnel ocho del Jalisco, recargada en la publicidad estática de la cancha y con un balón de la marca de la palomita en las manos Mariel dio cuenta de pie de los noventa y tantos minutos que duró el cotejo.
Fue testigo cercana de la falta que le hicieron a Jonny Magallón por ese costado y que ameritaba tarjeta, también del empujón que le dieron a Omar Bravo cuando ya escapaba con la pelota.
Abasteció de balones en más de cinco ocasiones a los jugadores de Chivas y DC United que se aproximaron a su territorio designado y tuvo además lugar privilegiado para ver como el zurdazo de Ramón Morales se metió en las redes enemigas para decretar el pase de Chivas a los Cuartos de Final de la Copa Sudamericana.
Culminado el encuentro se reunió con el resto de baloneros, entregó su balón y su casaca como lo manda el protocolo habitual y tras cruzar la puerta que conduce hacia la calle se perdió en los ríos de personas que, al igual que ella, gozaron de un buen partido de futbol, que más allá de la victoria, lo mejor es que fue gratuito.