Pasaron casi cuarenta años para que el máximo ídolo futbolístico mundial regresara a la cancha que le vio disputar el que a la postre sería su Mundial, el de México 70, el del Brasil Campeón del Mundo, el de la Verde-Amarelha de Pelé y el que adoptó como su segunda casa el Jalisco y la ciudad de Guadalajara.
Ese que en la Suites Caribe, un complejo hotelero clásico de aquellos tiempos en Guadalajara, dedicaba horas enteras a atender a los fanáticos tapatíos que acudían por centenares a tomarse una foto o a obtener una rúbrica del hoy considerado el Atleta del Siglo por sus logros deportivos y por su pulcritud en su carrera futbolística.
Por eso cuando O'Rei ascendió por los 21 escalones con los que cuenta el túnel central del Estadio Jalisco y el sonido local anunció la llegada de Edson Arantes do Nascimento, Pelé, el estruendo de la afición congregada en las gradas del Jalisco para el Chivas-Santos FC no se hizo esperar y ensordeció el inmueble de forma casi instantánea.
Pelé levantó los brazos y ante el tumulto de fotógrafos que lo aguardaban a un costado de la banca central corrió directo al césped que décadas atrás le dio prácticamente todo. Tras cruzar la línea de banda el astro brasileño aceleró su paso y haciendo sonar sus palmas dio 34 pasos antes de pisar el círculo central donde la afición entera le entregó más que aplausos y ovaciones, le entregó el corazón a quien con su inteligencia con la pelota y sobre una cancha, derrochó talento, arrancó emociones y brindó satisfacciones al público tapatío que lo adoptó como un tapatío especial.
La carretada de aplausos que cayó sobre él le dio un impulso extra para acercarse de forma presurosa al área norte del Jalisco, y así como en aquella gran jugada ante el portero Gordon Banks, la afición de la tribuna le brindó una ovación especial, y al grito de "oleeee ole, olé olé.. Peleeee, Peleeee", el tres veces campeón del mundo asomara una lágrima de emoción.
Hizo lo mismo en el área sur donde la calidez de la gente fue en iguales proporciones, por lo que el máximo referente del Scratch Du Oro agotara toda acción de gratitud hacia un público que no cesaba de aplaudir y corear su nombre, una copia exacta, pero 38 años después, de lo que como jugador le tocó recibir en esa misma cancha.
Por eso tomó el micrófono y con un perfecto español y a punto del quebranto, trató de explicar lo que en ese momento, ante el cariño de la afición, ante cientos de lentes apuntando a su rostro y ante miles de televidentes que a distancia siguieron paso a paso el retorno de Pelé al Jalisco, lo que su ser percibía en ese instante.
"Yo siempre he dicho que Pelé tiene tres corazones, uno para su familia, uno para Brasil y el otro para México; yo tengo un corazón mexicano y estoy muy contento de estar aquí", señaló sólo unos momentos antes de que el máximo estruendo de parte de la afición nulificara por completo cualquier otro sonido.
Y justo cuando los acordes de El Rey, a cargo del Mariachi Los Toritos, retumbaron en todos los rincones del mítico Estadio Jalisco, O`Rei recibió de parte de Angélica Fuentes, Directora General de Omnilife, y de Jorge Vergara, Presidente y Fundador de Grupo Omnilife, una matraca similar a la que en el Mundial de 1970 abundaba en las tribunas del Coloso de la Calzada Independencia para apoyar a Brasil.
"Matracas como esta apoyaban a Brasil en el Mundial. Un campeón gana, pero un grande se queda para siempre, después de 38 años nunca te fuiste", fueron las palabras de Angélica Fuentes, las cuales leyó directamente de una matraca de madera, adornada y pintada con los colores de Chivas y que de manos entregó a Edson Arantes do Nascimento en el centro del campo.
O'Rei siguió con su agradecimiento a base de levantar los brazos y después simular un gran abrazo para toda la afición que le arropó durante su regreso a la cancha del Jalisco, con menos intensidad de como entró, como queriendo nunca volver a retirarse, Pelé buscó de nueva cuenta el ingreso al túnel central.
Batalló para entrar pues los saludos hacia la tribuna no cesaba, a unos con más intensidad que a otros como queriendo ubicar rostros conocidos de los miles de amigos que dejó por estos lares, y aunque su cuerpo de seguridad le tomaba de los hombros para retornarlo hacia la salida, O'Rei, con llorosos y las palabras de "gracias" pintadas en sus labios, descendió por la escalinata que lo llevaría hacia la salida, y ahí, entre decenas de personas que lo seguían, Pelé se perdió por los estrechos pasillos que al igual que hace más de 38 años, lo condujeron a la salida del Jalisco.