Lo que era una amenaza para los Tecolotes se había convertido en realidad, hacer a Chivas local, en el Estadio Tres de Marzo estaba hecho, el inmueble de la Avenida Patria lució sus mejores galas para el duelo Tecos - Chivas que auguraba para ser vertiginoso.
En la cancha, el Rebaño lucía como un equipo más ligero que su rival y desde los primeros minutos, con Alberto Medina por derecha, Ramón Morales y Édgar Solís por izquierda, trataban de abrir la cancha. El joven árbitro central, Rafael Román Medina no quizó que el partido se le fuera de la manos y con tarjetas amarillas, trataba de controlar las acciones.
Llegó el minuto 28 y los Tecos de la Autónoma sufrieron la baja de uno de sus hombres en la zaga central, Joel Sánchez que tras una entrada sobre José Antonio Olvera se fue temprano a las regaderas.
Si se trataba de responder a la defensa, Chivas estaba listo para detener al viejo conocido Robert De Pinho, que con un disparo cruzado que Sergio Rodriguez alcanzó a desviar con la pierna, lo que impidió el contraremate de Rodrigo Ruiz.
El partido prometía para la tribuna desde la misma primera mitad, el segundo lapso se presentó con unas Chivas igual de insistentes sobre la portería de Jesús Corona, pero faltaba el toque fino para enviar el balón a la red.
Efraín Flores tuvo que realizar aljustes en su alineación, haciendo ingresar a Sergio Santana, Javier Hernández y Marco Antonio para desplegar más velocidad al frente; Guadalajara era insistente mientras que Tecos por su parte esperaba el mejor momento para hacer daño, obligados por el hombre menos que tenían en la cancha..
Y justo cuando Chivas mejor estaba asentado en el terreno de jego, Antonio Olvera cometió un grave error en la salida rojiblanca, para dejarle el balón a modo a Daniel Alcantar quien levantó el balón sobre un adelantado Sergio Rodriguez para marcar el que a la postre sería el único tanto del partido a los 72´ de acción.
Un solo error fue la mancha, en un partido que marcaba para ser perfecto y con mejor resultado para el Guadalajara y que a final de cuentas, se tuvo que ir con las manos vacías a casa.